21.1.18

Zapato_Fetiche, símbolo y mediación

El castellano importó del francés la voz “fetiche” que asimismo la había adoptado del portugués “fetiço” (hechizo) en el siglo XVII. 

Los navegantes portugueses la idearon para designar los objetos de culto fabricados por los pueblos con los cuales entraban en contacto. Para los cristianos, estos objetos eran artificios y crearon la voz a partir del latín “facticius” (artificial, inventado), del verbo “facere” (hacer). 

La expresión se extendió por Europa gracias a el erudito francés Charles de Brosses en 1757. Más tarde, en el siglo XIX sería utilizado por Karl Marx para describir el fetichismo de la mercancía como uno de los componentes importantes del capitalismo (1). 

Seguidamente Sigmund Freud lo utilizó como noción para describir una forma de parafilia donde el sujeto de afecto es, o es representado por un objeto o una parte del cuerpo de una persona (“Ensayo sobre las aberraciones sexuales”, incluido en la obra ‘Tres ensayos de teoría sexual’(2), publicado en 1905). Freud considera el fetichismo como una “aberración sexual” y lo incluye en el capítulo dedicado a la “situación inapropiada del objeto sexual”, en este caso, “una transgresión anatómica”. 

Cabe señalar, que en la misma categoría de aberraciones, el padre del psicoanálisis incluye la homosexualidad y el sexo oral. La definición no se aleja mucho de la actual: “el objeto sexual normal es sustituido por otro relacionado con él, pero al mismo tiempo totalmente inapropiado para servir al fin sexual normal” y como ejemplo se cita el pie, que junto a la del zapato es una de las parafilias más comunes. 

Para su tratamiento, Freud concibe dos diagnósticos: existen los fetichismos de tipo limítrofe con lo patológico y otros de ejemplar patológico. Las actividades no patológicas se presentan como “conexiones normales” y determina que “es regularmente propio del amor normal cierto grado de fetichismo, sobre todo en aquellos estadios del enamoramiento en el que el fin sexual es inasequible o en los que su realización aparece aplazada”. 

La patología emerge cuando “el deseo hacia el fetiche se fija pasando esta condición y se coloca en lugar del fin moral o, cuando el fetiche se separa de la persona determinada y se deviene por si mismo como un único fin sexual”. 

Previo a Freud el “fetichista aparecía como un maniático que coleccionaba objetos de uso femenino para satisfacer en ellos su lascivia” cuenta el psicólogo alemán Josef Rattner en su obra ‘Psicología y patología de la vida amorosa’. Fueron las teorías psicoanalíticas, las que ‘descriminalizaron’ las prácticas fetichistas diferenciándolas entre las “normales” y las “patológicas”.

90° Anuk Yosebashvili

A tribute to Alexander McQueen Noa Rubin

Apex Predator Mary Jane Fantich & Young  

Attack Kei Kagami

ature Extends ankle boot Jan Taminiau

Aya-Feldman

BA.ST. Gert Van Gastel

Birdcage Costa Magarakis

Blonde Hideki Sato

Body Inscriptions Zuhal Canyurt

Bones&weapons Iris Schieferstein

Boots Jayda Hany


Campaign Boots Mary Rouncefield

Car shoes 1950 Katie Belbin

Cherry Safa Şahin

CiRCLE Peter Popps

Close Embrace Hetty Kelderman

Cyber Watch Danuta Tydor

Day°Dreamed #6 Janine van den Bosch

Dominatrix Tali Sorit 

EXCIDIUM Chris van den Elzen

Eyecatcher Roswitha van Rijn

Five points Olga Saley

Fossil Anastasia Radevich

Fossil Sandra Plantos

Guardian Deity Snake Masaya Kushino

HEEL2 Laura Papp 

Hybrid Jayda Hany

Inca Gianluca Tamburini

Islands Bar Keshet

Love is a Bitch Joyce de Gruiter

Ma Gouvernante Méret Oppenheim

Moon scope Mandy Roos

De tacón, de aguja, de plataforma, de cuña, planos, abiertos, cerrados, afilados o romos,…infinidad de tipos, modelos, colores, materiales y texturas comprenden el sugestivo universo de los zapatos femeninos. Este elemento ineludible y funcional del vestuario devenido en términos como complemento o accesorio, es símbolo sexual y de poder, y desde tiempos remotos signo de ostentación y estatus social. Los romanos los regalaban en las bodas con la intención de otorgar autoridad. 

En relación a las nociones de “pie” y de zapato”, Freud alude al pie como un “ejemplo antiquísimo de símbolo sexual que aparece ya en el mito”; en tanto que el zapato es “análogamente símbolo de los genitales femeninos” (hueco en el que se introduce el píe)” mientras que el tacón representa “el falo masculino” de ahí la considerada “bisexualidad” del zapato freudiana. 

Por otro lado el objeto zapato siempre nos brindó un cargado mundo simbólico y mitológico, presente en las narraciones tradicionales, que se han sucedido primero de forma oral y luego escrita a lo largo de los siglos. Resulta evidente que algunos de sus “sentidos” se han perdido para siempre y otros han permanecido en la era industrial y posteriormente en la tecnológica en la forma del cuento. 

Los zapatos, en los cuentos tradicionales infantiles como para los adultos, asimismo en el mundo de los sueños, significan movimiento, desarrollo y camino, salir de lo desconocido y avanzar en lo inexplorado. Allí donde aparezca esa moraleja, emergerá ese elemento del vestuario dotado de cierto protagonismo. Los acostumbrados Mago de Oz, Dorothy con sus zapatos rojos, Cenicienta, Pulgarcito y el Gato con Botas por ejemplo.

Optical illusion Lisa Brumbauer

Organic Possession Costa Magarakis

Origami Marloes ten Bhömer

Passion Flowers Rachel de Kler

Pouncing Point Aya Feldman

Shoefarm Lu Dai

Sputnik 1 Omar Angel Perez

Strapped Lauren Tennenbaum, (IN)DECOROUS TASTE

The beauty of the sea Nguyen Ngoc Thanh

The Feminine Mystique Altan Mergen

The Memory Tree II Milan Sheen
Bow Hideki Sato

Tie Hideki Sato

Tights Helen McAllister

Untitled Ingrid Alves da Silva  

Victorian Tricycle Costa Magarakis

Willem Ruys Joyce de Gruiter

You and Me Costa Magarakis

Abraham Moles en su libro “Teoría de los objetos” (3) afirma que, “el objeto es uno de los mediadores esenciales entre los hombres y el entorno social y material de la sociedad tecnológica”. También señala que “la estrecha relación del hombre con los objetos se manifiesta a través de la colocación de estos espacios cerrados que se identifican con una determinada funcionalidad en la ordenación”. 

Moles hace referencia a un universo de objetos con dimensiones epistemológicas propias, donde se encuentran ordenados a partir de clasificaciones. Y establece las siguientes categorías: el objeto en sí, el objeto situado en contextos, los objetos en grupos: conjunto interrelacionado, y objetos en masa: conjunto desprovisto de la propiedad de relación mutua. 

Abraham Moles afirma que el objeto se ha transformado en el dispositivo esencial de nuestro entorno, por lo que pretende llamar la atención del ciudadano de la sociedad de consumo, por considerar el objeto como mediador universal y exponente de la sociedad. Realiza un inventario de ese entorno, señala entonces la relación-hombre-entorno, encarnada por el conocido circuito reactivo mensaje-acción. Ubica el papel esencial del objeto en la finalidad de resolver o modificar una situación mediante un acto en el que se le utilice como mediador entre el hombre y el mundo. 

Para Moles la cotidianidad introduce la dimensión sociológica en lo inmediatamente vivido, ante todo en la metamorfosis de los objetos en bienes, en sujetos de deseo, dotados de una función de portadores de signos y de exponentes sociales, con la oposición entre privado y público, entre lo artificial y natural. Moles habla de la existencia de una promoción de la vida cotidiana en detrimento de la vida colectiva, “la sociedad está en las fronteras más remotas de la percepción individual, ha perdido todo su carácter carismático, es la proveedora de servicios y la productora de coacciones que se constituyen en sistema de instituciones explícitas o implícitas (como las costumbres). El ser llena entonces esta pompa de vacío social mediante la promoción del objeto”. 

Un simple par de zapatos parece custodiar unas verdadera estructura psicológica, sociológica y antropológica. Y Este elemento puede ocasionar una auténtica adicción. Según las estadísticas, las mujeres cuentan con una media de 19 zapatos en su guardarropa aunque solo se pongan cuatro. Cada año compran otros cuatro y el 15% tiene más de 30 pares. 

Pero ¿Que se oculta detrás del deseo de adquirir tanto zapato? Incrementar estatura, elegancia, comodidad. Difícil explicarlo cuando, los centímetros de tacón parecen marearnos y los pies sufren por la falta de ergonomía y de apoyo. 

Detrás está disimulando la aspiración de poder y de sensualidad. No solo las mujeres sino también hombres han manifestado que ciertos zapatos les dan seguridad y un aumento de autoestima. 

L. M. Iglesia 

(1) Deificación de distintas cosas y objetos (fetiches), atribuyéndoles una fuerza oculta y sobrenatural, inasequible a la comprensión humana. En la etapa primera, inferior, del desarrollo religioso, el fetiche (el ídolo) era objeto de adoración por los creyentes. Empero, toda religión, de una u otra manera, no es extraña al fetichismo o grosera deificación de las cosas. Bajo el capitalismo, se atribuyen a la mercadería, al dinero y al capital, como objetos materiales, ciertas propiedades (por ejemplo, la propiedad de ser cambiables y crear la ganancia al capitalista) que, en realidad, no son sus propiedades naturales, sino la expresión de las relaciones capitalistas de producción. Bajo el capitalismo, “las relaciones entre personas se manifiestan... como relaciones entre cosas” (Engels). Con ello se crea el fetichismo de la mercadería, que desaparece bajo el socialismo. 
P. Iudin y M. Rosental. “Diccionario de filosofía y sociología marxista”. Editorial Seneca (Buenos Aires 1959 & 1965) · Orbe (La Habana [1961]) 

(2) Freud, Sigmund. Tres ensayos sobre teoría sexual. Alianza Editorial. Madrid. 2006. 

(3) Moles, Abraham. Teoría de los objetos.. Gustavo Gili. Barcelona. 1975


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